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¿Qué es un fideicomiso y cuándo debería tener uno?


¿Qué es un fideicomiso y cuándo debería tener uno?


¿Has escuchado acerca de un fideicomiso? Quizás lo hayas oído en películas o pensabas que era algo que solo las personas más adineradas podían usar. Lo cierto es que no es así.


Se trata de un contrato, mediante el cual una persona encomienda a una entidad el manejo de una cantidad de dinero, ya sea para beneficiarse ella misma o para el beneficio de un tercero. El término tiene su origen en el vocablo anglosajón “trust” que significa confianza.


Los participantes en un fideicomiso son conocidos como fideicomitente o quien abre el fideicomiso; el fiduciario o el administrador de dichos fondos; y el fideicomisario o el beneficiario de toda la operación.


Las responsabilidades de este contrato caen solo en las personas que lo celebran. El fideicomitente establecerá cuál es el objetivo del fideicomiso, y la institución fiduciaria encargada de administrarlo será la encargada de hacer cumplir ese objetivo. La parte de la “confianza” entra en vigor en un fideicomiso porque se está confiando en que el administrador será quien realice las operaciones correspondientes para alcanzar el objetivo trazado en el contrato.


Una concepción errónea es que solo se puede crear un fideicomiso con dinero. En realidad, este contrato no necesariamente tiene que ser de dinero en efectivo, también se puede abrir un fideicomiso teniendo como base propiedades, bienes, valores, acciones, entre otros.


¿Cuáles son las ventajas de este tipo de contrato?


Una de las mayores ventajas es que un fideicomiso es inembargable, conocido como patrimonio autónomo. Quiere decir que, una vez firmado el contrato, si quien lo inició cae en problemas financieros, el dinero, las acciones o demás bienes que estén involucrados, no podrán ser embargados.


Al crear un fideicomiso se establece un contrato con una garantía exclusiva, y lo que se busca es que los objetivos del mismo se cumplan sí o sí. Por ejemplo, si alguien quiere dejar una herencia a un miembro de su familia que es menor de edad, puede hacerlo a través de un fideicomiso. De esta manera, el fiduciario administra los bienes o fondos hasta que la persona beneficiada (fideicomisario) tenga la edad suficiente para cobrarlo.


¿Para qué se puede usar un fideicomiso?


Este instrumento puede ser usado en una variedad de casos. En el ejemplo anterior se hablaba de una herencia, pero no necesariamente tiene que ser pensado en el beneficio de un tercero. Es decir, también puede usarse cuando quien abrió el fideicomiso será el beneficiario.


Uno de los casos en que un fideicomiso puede ser muy útil es como una figura de ahorro a futuro. Si tienes un objetivo a largo plazo, puedes abrir un fideicomiso como una manera de guardar ese dinero hasta la fecha deseada. El dinero será administrado y se mantendrá a salvo, sin que lo puedas usar.


En otras circunstancias, también es posible contratar un fideicomiso ligado a un seguro de vida. De esta manera, el uso que le des dependerá de tus circunstancias. Muchas personas lo usan como instrumento de ahorro a futuro mientras que otros se enfocan principalmente en temas ligados a testamentos y herencias. En cualquiera de los casos, lo principal será asegurarse de entender las condiciones y elegir una entidad fiduciaria en la que confíes y con una buena reputación.


Por último, vale la pena mencionar que todas las entidades fiduciarias deberán cumplir con las diferentes obligaciones relacionadas al fideicomiso; principalmente, asignar a una persona encargada, llevar un control y realizar reportes. Por lo tanto, es una figura bastante sólida a la que las personas pueden recurrir de acuerdo con sus circunstancias.



Redacción MidPoint

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